Moris Aguilar: «Un artista que se abre campo en el mundo de los retratos»

Dedicado al arte desde siempre, Moris Aguilar es un joven apasionado de los lienzos y los pinceles y a quien la pandemia lo llevó a encerrarse en su taller y experimentar nuevas formas de ofrecer su talento. Cambiar de profesión nunca estuvo en sus planes porque le quitaría su esencia, aseguró.

Con su caballete y una caja de lápices de cera, Moris un artista plástico de 41 años, solía frecuentar las principales plazas públicas de San Salvador para ofrecer su arte. Pintor, escultor y también dibujante, encontró en el retrato en vivo una forma rápida de generar ingresos.

En medio de los principales parques y plazas capitalinas esperaba a sus sorprendidos clientes que se sentaban frente a él emocionados. También lo cobijaba la sorpresa de los transeúntes que lo rodeaban para observar cada trazo que plasmaba.

El retrato en vivo es un técnica más común en Europa y Estados Unidos y por ello al realizarla en nuestro país despertaba rápido la curiosidad entre la gente que al término de su retrato se iba orgullosa con la copia impresa de su rostro.

“Tener público en vivo es toda una experiencia, porque critican o aprueban, y el que uno está retratando nunca está quieto y el artista debe apurarse porque se aburre. Solo debe tardarse 15 a 20 minutos en el retrato, esa es la clave”, cuenta.

Moris asegura que hacer rostros de hombres es más fácil porque las mujeres suelen ser más exigentes  y se fijan en los detalles, pero aunque no se considera experto, asegura que logró abrirse campo en ese mundo y conseguir ingresos para él y su compañera de vida.

En 2020 no solo llegó al mundo Itza, su primera hija, sino también una pandemia que le hizo alejar sus pinceles y lápices de las plazas e idear nuevas formas de generar dinero, ofreciendo su arte a través de redes sociales.

Cambiarse de profesión nunca ha estado en los planes de Moris, porque el arte forma parte de su esencia, aseguró, pero reconoce que ha sido difícil porque la gente debe ver el arte de cerca para lograr apreciarlo.

Desde los meses más críticos del confinamiento el artista se ha dedicado a pintar cuadros por encargo y también retratos. La gente le envía la foto y luego el artista regresa el trabajo terminado, pero la pandemia también le trajo una tarea para la que no estaba preparado y le ha sido difícil realizar: retratar personas que han fallecido.

Ya sea víctimas de COVID o de otras enfermedades, Moris ha recibido vía redes sociales fotografías enviadas por los familiares para que él plasme el último recuerdo de sus seres queridos y eso, dice le ha conmovido mucho por el valor sentimental que representa cada pieza.

 

Una vida entre dibujos y pinturas

Moris nació y creció en las montañas de la Palma, Chalatenango, quinto de doce hermanos, tuvo una infancia “divertida” en la que los ríos, los cerros y las largas caminatas para jugar eran su día a día.

Su familia se dedicó al cultivo del café y él creció en el campo. Si tuvo limitaciones no las recuerda, su memoria alcanza para relatar sus días felices en la escuelita del pueblo, como el dibujante estrella del salón de clases.

Aunque nunca tuvo equipo de arte, los cuadernos de matemática o ciencias estaban colmados de dibujos que él hacía sin parar y más de alguna vez fue castigado por eso.

Nadie le enseñó a dibujar, asegura, descubrió que era su pasión cuando tuvo un pedazo de papel en blanco que llenó de garabatos y que poco a poco fue perfeccionando.

Cuando creció estudió en el Centro Nacional de Artes, y tiene una licenciatura en arte de la Universidad de El Salvador.

En pintura se especializó en óleo, acrílico, acuarela y pigmentos minerales (materias orgánicas con colores)  y también en dibujo, aunque no a gran escala, siempre ha logrado vender algunas obras.

Fue docente y junto a su hermano fundó el Centro de Artes de los Hermanos Aguilar, cerca del centro histórico de la capital,  donde por un buen tiempo desarrollaron varios talleres para niños y jóvenes de la zona.

Sin embargo, por dificultades económicas debió cerrar ese colectivo y dedicarse a pintar en su casa mientras buscaba formas de generar ingresos extra con su arte, fue así como en 2017 optó por el retrato en vivo, una técnica que rápido le permitió posicionarse como uno de los pocos y talentosos artistas dedicados a esta rama del arte.

Sin embargo, con la pandemia ha debido reinventarse y aunque ha logrado vender sus retratos y cuadros, está expectante que la reapertura económica le permita retornar de manera cada vez más frecuente a las plazas de la capital.

Desde diciembre Moris ha regresado unas dos veces por semana y por la noche,  a los parques del centro capitalino para continuar ofreciendo su arte, y tiene la fe que poco a poco podrá reactivarse y retomar varios de sus proyectos que quedaron varados.

Moris quiere seguir trabajando en su marca personal, producir más arte y utilizar el conocimiento que ha adquirido de marketing para potenciar la venta en redes sociales, también anhela abrir un taller o galería para dar a conocer su trabajo y el de otros artistas salvadoreños.